miércoles, 22 de agosto de 2012

Un rostro para la marca tesa "Elsa Tesmer"

Increíble que el nombre de la  prestigiosa marca TESA allá sido creada por una secretaria de la empresa a la que nadie conocía hasta hace poco.



Un documento histórico: Ulla Schley encontró esta foto, tomada en 1908, en el domicilio de su abuela. Muestra una pareja de novios, Elsa y Paul Karlau, en el día de su compromiso. Una copia de esta foto se encuentra ahora en el archivo de tesa.



En Alemania, su país de origen, tesa goza de un 98% de reconocimiento de marca entre el público. La palabra “tesa” aparece incluso en el Duden, el gran diccionario alemán por excelencia, donde se define como término general para cinta adhesiva. Y, con todo, la historia de la mujer que le dio su nombre a la empresa, Elsa Tesmer, se llegó a olvidar casi completamente. Ahora ha aparecido su fotografía por primer vez, gracias a un minucioso “trabajo detectivesco”.
En el antiguo cementerio de Ohlsdorf, Hamburgo, existe un apacible rincón en la sección AA6, número 115/116, flanqueado a su derecha por un viejo tejo y a la izquierda por un pino. La lápida allí colocada, de granito negro, lleva una inscripción en letras doradas. Dos fechas son particularmente importantes: la de nacimiento, 23 de septiembre de 1887, y la del fallecimiento, 30 de septiembre de 1968. Y también el nombre: Elsa Karlau; nombre de soltera, Tesmer. Se ha resuelto el misterio. Fue Elsa Tesmar la que, con la primera sílaba de su apellido de soltera, “te”, y la segunda sílaba de su nombre, “sa”. compuso el nombre de “tesa”, que se registro oficialmente hace unos cien años.

Falleció en 1968, a la edad de 81 años. Encontrar el lugar de su último descanso ha sido tan difícil
como encontrar la proverbial aguja en un pajar. En este parque-cementerio, el mayor del mundo en su clase, se han efectuado unos 1,4 millones de entierros desde 1877.
Se siguen utilizando en total de unas 273.000 tumbas. Las tumbas individuales se suelen conservar unos 15 años. “La de la familia Karlau existe desde 1910”, nos explica Lutz Rehkopf, portavoz de los cementerios municipales de Hamburgo, que nos brindó toda su ayuda para que al fin la marca tesa encontrara “su rostro”.
“Es sorprendente que en los archivos exista amplia documentación en relación con los padres fundadores de Beiersdorf, y que no exista ningún dato sobre la “madre” de tesa, “ comenta el historiador Thorsten Finke.

Todo lo que revelan los archivos es una carta. En 1960 Elsa Karlau pidió tres balones hinchables marca NIVEA para sus nietos. La anciana apostilló la carta con el siguiente comentario: ¿Saben Vds., por cierto, quién inventó el nombre de tesa? A los empleados de la oficina se nos mandó por esas fechas que comenzáramos a inventar nombres....” El resto, como suele decirse, es historia. La empresa reaccionó con rapidez: “Con referencia a su solicitud, le enviamos un portarrollos para cada uno de sus nietos, además de la cinta que lleva su nombre.”

Después de que tras arduas investigaciones para localizar a algún familiar de la difunta, incluyendo consultas a instituciones estatales, no se llegara a ningún resultado, la suerte y un ordenador actualizado en las oficinas de administración del cementerio municipal recompensaron los esfuerzos de tesa. Lutz Rehkopf pudo finalmente contactar con Ulla Schley, una nieta.

La nieta de 61 años de Elsa Karlau se trasladó a Munich con su esposo en 1990. Pudo facilitar diversos detalles sobre la vida de su abuela, que desde abril de 1903 hasta finales de octubre de 1908 trabajó primero como administrativa y luego como directora de oficina.

“El hecho de que dejara de trabajar en 1908 fue la lógica consecuencia de la época,” comenta la Sra. Schley. “Fue el año en que mi abuela se casó. Tuvo cinco hijos: Irma, Erich, los gemelos Heinz y Gerda, y Wilhelm.”

A su marido la familia lo consideraba un “buen partido”. Trabajó durante muchos años como supervisor en la construcción del antiguo túnel bajo el Elba, en Hamburgo. La pareja celebró sus bodas de oro en 1958. “Los nietos sabíamos muy bien que la abuela era la famosa “Sra. tesa”, sonríe la nieta sexagenaria. “Conservo desde siempre como recuerdo un antiguo dispensador hecho de bakelita marrón.”






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